Algunas personas, a menudo incluso sin proponérselo y pese a ellas mismas, iluminan tu camino cuando la niebla lo invade.
Algunas personas, a menudo incluso sin proponérselo y a pesar de ellas mismas, con su actitud, sus palabras y sus silencios, te abren los ojos de par en par.
Algunos días, en ciertos momentos, sientes una extraña y paradógica sensación de gratitud hacia quienes con sus actitudes, sus palabras y sus silencios te abrieron los ojos, te hicieron despertar, fueron el sol que alumbró tu camino o lineas de iluminados faroles que te impidieron perderte en sendas fantasmagóricas, cuando la noche y la niebla impedían ver tu realidad y te aferrabas a realidades paralelas, quimeras, medias verdades o rotundas mentiras.
Gracias.
Porque triste es sentir vergüenza ajena, pero nada comparado con llegar a sentir vergüenza de uno mismo. 

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