ASÍ EMPIEZA UNA NOVELA QUE ESCRIBÍ ENTRE EL 2018 Y EL 2019, JUSTO DESPUÉS DE PUBLICAR ¿QUÉ FUE DE PENÉLOPE?. UNA NOVELA ESCRITA Y MUCHAS VECES REVISADA, PERO QUE SEGURAMENTE JAMÁS VERÁ LA LUZ POR VARIAS Y DISTINTAS RAZONES QUE NO VIENEN A CUENTO. HAY UN MOMENTO EN LA VIDA PARA CADA COSA Y EN ESTOS MOMENTOS MIS PRIORIDADES HAN CAMBIADO. NUNCA SE PUEDE DECIR DE ESTE AGUA NO BEBERÉ, PUEDE QUE ALGÚN DÍA VUELVA A PUBLICAR, PERO DE MOMENTO NO, ESE ERA OTRO DE LOS MUCHOS PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO, UNO DE LOS POCOS QUE SÍ SE CUMPLIRÁN AL MENOS DURANTE ESTE AÑO.
DE MOMENTO ME QUEDO, TAL COMO DIJE EL OTRO DÍA, CON EL SABOR DULCE DE LOS GRATOS MOMENTOS PASADOS, LAS PERSONAS QUE HE CONOCIDO A LO LARGO DE ESTA
AVENTURA LITERARIA QUE EMPEZÓ HACE SEIS AÑOS Y QUE DE MOMENTO DEJO EN «STAND BY»
SEGUIRÉ PUBLICANDO EN FACEBOOK ALGUNOS DE MIS PENSAMIENTOS Y REFLEXIONES Y, DESDE LUEGO, SEGUIRÉ ESCRIBIENDO, PORQUE NO CONCIBO MI VIDA SIN ESOS MOMENTOS QUE DEDICO A LA ESCRITURA, PERO LO DE PUBLICAR QUEDAR APLAZADO SINE DIEM.
LOS PRIMEROS SUEÑOS
Es una casa de campo inmensa. No parece estar ubicada en ningún lugar, no aparece ninguna imagen exterior.
Es como una película en blanco y negro. No hay matices, todo aparece desdibujado y confuso, sin contornos. Apenas hay acción, o quizá la hay, pero esta es inconexa e ilógica. Las imágenes, en blanco y negro, son como fotografías antiguas, que no siguen un orden coherente ni cronológico.
Aparecen algunos rostros, pero estos no están en absoluto perfilados, son más bien como bocetos, o como caricaturas.
La sensación es la de estar en un laberinto del que ella desea salir sin conseguirlo. Siente una gran ansiedad, se ahoga, una gran angustia la invade. Despierta.
SUEÑOS RECURRENTES
Busqué en el diccionario el significado de la palabra «recurrente», y no, no fue por ignorancia. Mi conocimiento de mi lengua materna, la única que hablo con fluidez, no es tan exiguo como para obligarme a buscar el significado de un adjetivo que se define por sí mismo. Probablemente lo que me llevó a tan innecesaria búsqueda fue la necesidad de decidir si aquellos sueños, más bien pesadillas, se habían repetido con la suficiente frecuencia como para ganarse el dudoso derecho a adoptar aquel calificativo.
No lo eran al principio.
A lo largo de mi niñez tuve pesadillas, pero estas se producían de manera de-masiado distante en el tiempo como para ser consideradas recurrentes. Tampoco se basaban en un único tema, eran variadas. Producían en mí la misma sensación que pro-vocan las de ahora: auténtico pánico y muchísima confusión al despertar, sigo teniendo la misma impresión que tenía entonces. Cuando todo parece haber acabado, me cuesta discernir si fue un sueño o, si, por el contrario, fue verdad, tal es la intensidad con que lo he sentido. Desprenderme de esa sensación siempre lleva su tiempo, constatar que en realidad ha sido un sueño me aporta grandes dosis de alivio. Incluso al principio, cuando todo era tan poco preciso, cuando apenas era capaz de recordar o reconstruir lo soñado, me sentía mortificada, horrorizada, mil temores indefinidos me asaltaban. Aun siendo incapaz de reconocer, con un grado aceptable de certeza, las imágenes y los hechos, sabía que habían sido lo suficientemente oscuros, terroríficos e incluso amenazantes, como para dejarme en aquel estado.
De pequeña tenía a mi madre, quien siempre acudía a consolarme, quien me devolvía inmediatamente a la realidad. Ahora, afortunadamente, la sigo teniendo, acu-diría también en mi ayuda, sin duda, si yo le contara, pero ya no lo hago, me considero demasiado adulta, me avergüenza tener que aceptar que no soy capaz de solucionar mis propios conflictos.
A medida que esos sueños recurrentes se vuelven más nítidos, mi angustia y mi horror van creciendo en progresión casi geométrica.
Me llamo Eva Quesada, pero podría haberme llamado Eva Robledo, si la histo-ria de mi vida hubiera seguido derroteros distintos. Quizá debería haber empezado por ahí, por supuesto que podría haber empezado por ahí, por presentarme, ofrecer unos datos sobre mí, pero me dejé llevar por mi necesidad de priorizar, subjetivamente, por supuesto. Sí, he de admitir que prioricé de manera tan subjetiva como visceral. Empecé a escribir sin planificación previa, sin seguir el patrón más aceptable en lo que se considera un relato coherente y lineal, empecé por lo que más me atormenta, lo que más me preocupa.
Mi identidad, en estos momentos, es lo menos importante. Yo podría haber sido cualquiera, cualquier persona aquejada del tormento de unos sueños que no lograba controlar, pero iré aportando datos sobre mí a través de mi relato, el lector acabará conociendo lo esencial sobre mi biografía, no todo, por supuesto, tan solo lo que tiene que ver con el tema principal de esta historia, mi historia.
Pero esta historia, la mía, no es solo mi historia, no podría serlo, quedaría in-completa porque, ¿Quiénes somos sino la suma de todos aquellos que nos han precedido o de nuestros coetáneos, o de aquellos personajes que representan diferentes papeles en nuestras vidas, en este gran teatro que es el mundo?
Si el lector espera un relato lineal, convencional, seguro que se sentirá decepcionado. Entre mis páginas se han intercalado otras páginas, otras voces, otras historias. Puntos de vista distintos, narradores diversos, enfoques diferentes y alguna que otra licencia literaria.
El espacio temporal quedará más o menos definido, el cuándo abarca una franja amplia si se considera la historia en completo, aunque los hechos claves tuvieron lugar entre 2010 y 2012.
He omitido el lugar exacto donde ocurrieron los hechos de mi historia, una omi-sión voluntaria que obedece a razones muy concretas y personales.
LA EVOLUCIÓN DE LOS SUEÑOS
Es una casa de campo inmensa, parece estar formada por un conjunto de edificios que se han ido añadiendo al edificio central, una pequeña estructura cuadricula-da, que con los años se ha ido ampliando con edificios a ambos lados, hasta adquirir una forma extraña, más extraña aún si cabe, por el hecho de que todos los edificios anexos parecen haber sido construidos en distintos periodos y con distintos propósitos, nada tienen que ver unos con otros, o esa es la impresión que da.
La casa está rodeada de grandes extensiones de viñedos que parecen no tener fin.
Es como una película en blanco en negro, pero el verde de las viñas contrasta con ese color oscuro, ese olor a humedad y a viejo que invade el interior de la casa. No hay excesivos matices, todo aparece desdibujado y confuso, sin contornos. Apenas hay acción, o quizá la hay, pero esta es inconexa e ilógica. Son como fotografías antiguas, que no siguen un orden coherente ni cronológico.
Aparecen algunos rostros, pero estos no están en absoluto perfilados, son más bien como bocetos, o como caricaturas.
La sensación es la de estar en un laberinto del que ella desea salir sin conse-guirlo. Siente una gran ansiedad, se ahoga, una gran angustia la invade. Despierta.
INICIO DE LA VERDAD ESCONDIDA(TÍTULO PROVISIONAL)
CREDITOS DE AUTOR SEGÚN EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL ROSARIO ISABEL PEÑARROJA GARCÉS.