
DESPUES DEL CARNAVAL
De repente sintió vértigo…
Todo daba vueltas a su alrededor, su mundo se había convertido en un viejo disco de vinilo. Sentía que le faltaba el aire y una opresión asesina en su pecho amenazaba con romper un corazón que hasta hacía poco había latido a un ritmo acompasado, feliz, tranquilo.
Todo el mundo se había quitado las máscaras y aquellos rostros que ahora veía , los que habían permanecido ocultos tras aquellas bellas máscaras, resultaban extraños y desconocidos. Las sonrisas y las palabras amables se habían desvanecido en un momento y una mueca de amargura , cinismo y maldad había transformado la belleza en fealdad, la amabilidad en desprecio, la humildad en soberbia…Los ojos ya no brillaba, los dientes que habían parecido tan blancos parecían ahora amarillentos o ennegrecidos, los cabellos blancos y escasos, la piel, reseca y mustia.
La música había cesado y una cacofonía de sonidos había ocupado su lugar. Cada uno cantaba su propia canción, nadie parecía conocer a nadie . Tampoco nadie parecía percatarse de aquel vértigo que la había inmovilizado, que la amenazaba con un inminente caída a un suelo que también se había vuelto frío, duro, poco acogedor.
Nadie parecía conocer a nadie, todos se habían quitado las máscaras y todos eran extraños para todos. Cada uno cantaba su canción y había una ensordecedora mezcla de sonidos discordantes.
El mundo daba vueltas a su alrededor como un viejo disco de vinilo ,todo era oscuro y gris, iba a caer en un suelo frío, duro e inhóspito. Y entonces… sintió unos brazos que la sostenían. Entre la niebla vio un sonrisa sincera, alguien le murmuró suaves palabras al oído y entonces supo que después de todo había vida después del carnaval . Que simplemente había que mirar hacia adelante en un mundo sin máscaras.
EXTRACTO DE «ECOS DEL AYER»
ROSABEL PEÑARROJA GARCÉS
ÉRIDE EDICIONES, 2016